Digital Logos Edition
El propósito más grande en la vida del cristiano es el de glorificar a Dios y disfrutar de glorificarle. El camino a esta meta se describe como un esfuerzo hacia la madurez espiritual. William Still traza este camino a través de los tres resultados de la muerte de Jesús: el quitar los pecados del creyente, la derrota del dominio del pecado en el creyente, y la derrota final de satanás, quien es el poder detrás del pecado. El vivir en la sombra de la cruz es vivir en la victoria - una victoria que significa paz para con Dios y una esperanza segura para la eternidad. La verdad de la victoria de Cristo se aplica de manera sabia e incisiva en este provechoso libro.
“El corazón de Dios que arde en justicia y santidad también lo hace en amor, misericordia, gracia y perdón. Él, que es justo y desea la justicia para sus hijos, los hace justos por medio de su perdón y amor redentor. Para nuestro asombro descubrimos que la roca de su ley y verdad, que es tan dura por fuera, resulta estar llena de su amor.” (Page 9)
“Un estudio cuidadoso de este pasaje despeja toda confusión con respecto a los dos tipos de perdón: el que nos libra de la condenación eterna, y el que nos mantiene en comunión diaria con Él.” (Page 18)
“Entonces, ¿los pecados de los santos no son graves? ¡Por supuesto que sí! Causan distanciamiento entre el Padre y sus hijos. Dios no los va a repudiar, por más graves que sean [la historia de Israel comprueba esto (cf. Óseas 11)]. No obstante, su presencia se retira de ellos. Aunque se mantiene firme sobre sus promesas de perdón, justificación y santificación, pero sin comunión activa con ellos. El Padre es nuestro Padre y, como hijos, seguimos siendo sus hijos, pero no habrá comunicación hasta que el pecado se confiese, hasta que no haya arrepentimiento, hasta que no se busque la purificación y la comunión.” (Pages 17–18)
“Ya que su mente y su albedrío se unen a Cristo, su actitud con respecto al pecado queda radicalmente alterada. La enemistad y la rebelión contra Dios fueron crucificadas, y el pecado ya no se manifiesta como la causa de soberbia voluntaria y placer perverso, sino como una causa de tristeza, vergüenza y repudio hacia sí mismo.” (Pages 16–17)
“Tenemos que jugar nuestra parte, que se puede entender, en el sentido moral, como sudor, labor y lágrimas, pero siempre con base en el entendimiento que estamos tomando de sus recursos, no de los ‘nuestros’.” (Page 30)
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Mario Raul Castañeda Porras
3/9/2018
Marcos Alejandro Castillo Beltrán
3/10/2016
Pastor: Andres Espinoza
6/30/2015