Como cristianos, creemos que la verdadera plenitud proviene de una relación con Dios a través de Jesucristo. Qué significa estar completo y cómo podemos experimentar esto en nuestras vidas.
Ser completo significa ser restaurado a nuestro diseño original. En el principio, Dios nos creó a Su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Sin embargo, el pecado entró en el mundo y provocó una separación entre Dios y la humanidad. Esta separación resultó en quebrantamiento en todos los aspectos de nuestras vidas: físico, emocional y espiritual. Pero a través de Cristo, podemos reconciliarnos con Dios y experimentar la restauración en cada área de nuestras vidas.
Cuando entregamos nuestra vida a Dios, reconocemos que no podemos arreglarnos a nosotros mismos y que necesitamos Su ayuda. En Mateo 16:25, Jesús dijo: "Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la hallará". Cuando renunciamos al control y permitimos que Dios nos guíe, experimentamos Su paz y gozo, que conducen a la plenitud.
El perdón es esencial en nuestro viaje hacia la plenitud porque nos libera de la amargura y el resentimiento que conlleva guardar rencores. En Mateo 6:14-15, Jesús dice: “Porque si perdonáis a los demás cuando pecan contra vosotros, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás sus pecados, vuestro Padre no perdonará vuestros pecados. " El perdón no siempre es fácil, pero es necesario si queremos ser completos.
Ser completo también implica sanar de heridas y traumas pasados. El Salmo 147:3 dice: "Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas". Dios está en el negocio de sanarnos y restaurarnos de adentro hacia afuera. Es importante buscar ayuda profesional si es necesario, pero también podemos buscar la sanidad de Dios a través de la oración y la lectura de Su Palabra.
Ser íntegro es un viaje que implica entrega, perdón y sanación. A medida que entregamos nuestra vida a Dios, perdonamos a quienes nos han lastimado y permitimos que Dios sane nuestras heridas, experimentamos la plenitud que proviene de una relación con Él. Sigamos buscando la ayuda de Dios en nuestro camino hacia la plenitud.
Siendo hecho completo
Como cristianos, creemos que la verdadera plenitud proviene de una relación con Dios a través de Jesucristo. Qué significa estar completo y cómo podemos experimentar esto en nuestras vidas.
Ser completo significa ser restaurado a nuestro diseño original. En el principio, Dios nos creó a Su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Sin embargo, el pecado entró en el mundo y provocó una separación entre Dios y la humanidad. Esta separación resultó en quebrantamiento en todos los aspectos de nuestras vidas: físico, emocional y espiritual. Pero a través de Cristo, podemos reconciliarnos con Dios y experimentar la restauración en cada área de nuestras vidas.
Cuando entregamos nuestra vida a Dios, reconocemos que no podemos arreglarnos a nosotros mismos y que necesitamos Su ayuda. En Mateo 16:25, Jesús dijo: "Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la hallará". Cuando renunciamos al control y permitimos que Dios nos guíe, experimentamos Su paz y gozo, que conducen a la plenitud.
El perdón es esencial en nuestro viaje hacia la plenitud porque nos libera de la amargura y el resentimiento que conlleva guardar rencores. En Mateo 6:14-15, Jesús dice: “Porque si perdonáis a los demás cuando pecan contra vosotros, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás sus pecados, vuestro Padre no perdonará vuestros pecados. " El perdón no siempre es fácil, pero es necesario si queremos ser completos.
Ser completo también implica sanar de heridas y traumas pasados. El Salmo 147:3 dice: "Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas". Dios está en el negocio de sanarnos y restaurarnos de adentro hacia afuera. Es importante buscar ayuda profesional si es necesario, pero también podemos buscar la sanidad de Dios a través de la oración y la lectura de Su Palabra.
Ser íntegro es un viaje que implica entrega, perdón y sanación. A medida que entregamos nuestra vida a Dios, perdonamos a quienes nos han lastimado y permitimos que Dios sane nuestras heridas, experimentamos la plenitud que proviene de una relación con Él. Sigamos buscando la ayuda de Dios en nuestro camino hacia la plenitud.