Vivimos en un mundo donde muchos pretenden ser muy intelectuales y espirituales, pero no dan señales de ello. Tal vez el concepto del carácter cristiano ya no tenga ninguna importancia, por lo que se refleja una incoherencia entre las palabras y los hechos. Este tipo de pensamiento y actitud se contrapone con las Sagradas Escrituras al tener comunión con Dios y con los demás.
El apóstol Juan escribe acerca de la necesidad de tener comunión con nuestro Creador, con las personas y con el resto de la creación. Hace una declaración metafórica: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7). Las palabras “luz” y “tinieblas” en este texto tienen una representación antitética. La Biblia del Diario Vivir nos comenta al respecto: “La luz representa lo bueno, puro, verdadero, santo y confiable. Las tinieblas representan al pecado y lo perverso. Decir 'Dios es luz' significa que es perfectamente santo y veraz, y que solo él puede sacarnos de las tinieblas del pecado. La luz también se relaciona con la verdad, y esa luz expone todo lo que existe, sea bueno o malo. En las tinieblas, lo bueno y lo perverso parecen iguales; en la luz, es fácil notar su diferencia. Así como no puede haber tinieblas en la presencia de la luz, el pecado no puede existir en la presencia de un Dios santo”.
Es evidente que, si andamos en luz, dejamos de andar en tinieblas. Esta verdad se fundamenta como un principio eterno: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5). El mundo sigue estando en las tinieblas del pecado y no hay promesa de que esas tinieblas serán destruidas mientras dure el tiempo. De modo que Juan habla de andar en la luz aun en medio de la oscuridad que nos rodea. Pero la oscuridad no puede vencer a la luz; el que anda en la luz disfruta de comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo, y de una unión mística con los cristianos de todas las épocas (H.J. Blaney: CBB).
Si queremos tener relación con Dios, debemos poner a un lado nuestro estilo de vida pecaminoso. Es hipocresía afirmar que somos de él y al mismo tiempo vivir como se nos antoja. Esto es precisamente lo que había dicho el Antiguo Testamento siglos antes. Dios dijo: “Seréis santos; porque Yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19:2). El que quiera encontrarse en comunión con Dios se compromete a una vida de bondad que refleje la bondad de Dios. C. H. Dodd escribe: “La Iglesia es una sociedad de personas que, creyendo en un Dios de pura bondad, aceptan la obligación de ser buenas como él”. Esto no quiere decir que una persona debe ser perfecta para poder tener comunión con Dios; porque, en ese caso, todos estaríamos excluidos. Pero sí quiere decir que toda su vida reconocerá sus responsabilidades, y se esforzará en cumplirlas, y se arrepentirá cuando falle. Querrá decir que nunca pensará que el pecado no tiene importancia; que, cuanto más cerca se encuentre de Dios, más terrible le parecerá el pecado.
¡Dios nos ayude y guíe a toda verdad en este nuevo año 2022!
La necesidad de andar en la luz
Vivimos en un mundo donde muchos pretenden ser muy intelectuales y espirituales, pero no dan señales de ello. Tal vez el concepto del carácter cristiano ya no tenga ninguna importancia, por lo que se refleja una incoherencia entre las palabras y los hechos. Este tipo de pensamiento y actitud se contrapone con las Sagradas Escrituras al tener comunión con Dios y con los demás.
El apóstol Juan escribe acerca de la necesidad de tener comunión con nuestro Creador, con las personas y con el resto de la creación. Hace una declaración metafórica: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7). Las palabras “luz” y “tinieblas” en este texto tienen una representación antitética. La Biblia del Diario Vivir nos comenta al respecto: “La luz representa lo bueno, puro, verdadero, santo y confiable. Las tinieblas representan al pecado y lo perverso. Decir 'Dios es luz' significa que es perfectamente santo y veraz, y que solo él puede sacarnos de las tinieblas del pecado. La luz también se relaciona con la verdad, y esa luz expone todo lo que existe, sea bueno o malo. En las tinieblas, lo bueno y lo perverso parecen iguales; en la luz, es fácil notar su diferencia. Así como no puede haber tinieblas en la presencia de la luz, el pecado no puede existir en la presencia de un Dios santo”.
Es evidente que, si andamos en luz, dejamos de andar en tinieblas. Esta verdad se fundamenta como un principio eterno: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5). El mundo sigue estando en las tinieblas del pecado y no hay promesa de que esas tinieblas serán destruidas mientras dure el tiempo. De modo que Juan habla de andar en la luz aun en medio de la oscuridad que nos rodea. Pero la oscuridad no puede vencer a la luz; el que anda en la luz disfruta de comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo, y de una unión mística con los cristianos de todas las épocas (H.J. Blaney: CBB).
Si queremos tener relación con Dios, debemos poner a un lado nuestro estilo de vida pecaminoso. Es hipocresía afirmar que somos de él y al mismo tiempo vivir como se nos antoja. Esto es precisamente lo que había dicho el Antiguo Testamento siglos antes. Dios dijo: “Seréis santos; porque Yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Levítico 19:2). El que quiera encontrarse en comunión con Dios se compromete a una vida de bondad que refleje la bondad de Dios. C. H. Dodd escribe: “La Iglesia es una sociedad de personas que, creyendo en un Dios de pura bondad, aceptan la obligación de ser buenas como él”. Esto no quiere decir que una persona debe ser perfecta para poder tener comunión con Dios; porque, en ese caso, todos estaríamos excluidos. Pero sí quiere decir que toda su vida reconocerá sus responsabilidades, y se esforzará en cumplirlas, y se arrepentirá cuando falle. Querrá decir que nunca pensará que el pecado no tiene importancia; que, cuanto más cerca se encuentre de Dios, más terrible le parecerá el pecado.
¡Dios nos ayude y guíe a toda verdad en este nuevo año 2022!