Un milagro de Dios puede ayudarnos a examinar nuestra condición de vida espiritual y reconocer que Dios es poderoso, lleno de misericordia, por lo que él se merece toda la honra y la adoración en espíritu y en verdad. También nos motiva a cumplir nuestra misión de vida aquí en la tierra.
En Lucas 5, Simón Pedro se atemorizó con el milagro y su primera reacción fue reconocer su pequeñez en comparación con la grandeza de este hombre: "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él" (vv. 8-9). Pedro sabía que Jesús sanaba enfermos y echaba fuera demonios, pero se maravillaba de que él estuviera al tanto de la rutina diaria y comprendiera su necesidad. Como resultado de esta pesca milagrosa, el Señor lo puso en la tarea de "pescar personas" (v.10) para el reino.
El verbo que Lucas usa estratégicamente para pescar es "zogréo", que significa “atrapar y conservar vivo”; implica que la nueva tarea de Pedro y sus compañeros es anunciar la buena nueva del reino, que conduce a vida eterna. No pescarán para cautividad, pescarán para libertad eterna.
La invitación de Jesús a sus discípulos es muy especial, y sigue siendo la misma invitación para su iglesia hoy; ya sea en una labor de persona a persona, en estrategias grupales o masivas, la invitación sigue siendo: ¡Ser pescadores de personas!
El profesor y teólogo nazareno Richard S. Taylor, en uno de sus artículos sobre la iglesia, en el Diccionario Teológico Beacon, concluye diciendo que "la iglesia es una institución divina, fundada por Cristo, y compuesta por creyentes verdaderos... Su función interna es ser ejemplo de adoración, de enseñanza, de comunión y de servicio. Su misión externa es representar a Dios en Cristo al mundo entero, por la santidad de vida y por la proclamación del evangelio a toda criatura" (Taylor, 2009, p.349). Este concepto contiene los fundamentos históricos de la misión cristiana: "proclamación", "enseñanza", "servicio", "comunión" y "adoración", teniendo como centro de todo la santidad de vida, que de forma acróstica sería PESCA, en el sentido que todos somos llamados a "pescar" personas para el reino de Dios y así cumplir con la función y misión de "hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones". Las técnicas o estrategias pueden cambiar, pero los principios son eternos. Las necesidades básicas de las personas son las mismas, por tanto, como iglesia estamos llamados a ejercer nuestra responsabilidad ética social, aún en estos tiempos de pandemia.
Una misión integral
Un milagro de Dios puede ayudarnos a examinar nuestra condición de vida espiritual y reconocer que Dios es poderoso, lleno de misericordia, por lo que él se merece toda la honra y la adoración en espíritu y en verdad. También nos motiva a cumplir nuestra misión de vida aquí en la tierra.
En Lucas 5, Simón Pedro se atemorizó con el milagro y su primera reacción fue reconocer su pequeñez en comparación con la grandeza de este hombre: "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él" (vv. 8-9). Pedro sabía que Jesús sanaba enfermos y echaba fuera demonios, pero se maravillaba de que él estuviera al tanto de la rutina diaria y comprendiera su necesidad. Como resultado de esta pesca milagrosa, el Señor lo puso en la tarea de "pescar personas" (v.10) para el reino.
El verbo que Lucas usa estratégicamente para pescar es "zogréo", que significa “atrapar y conservar vivo”; implica que la nueva tarea de Pedro y sus compañeros es anunciar la buena nueva del reino, que conduce a vida eterna. No pescarán para cautividad, pescarán para libertad eterna.
La invitación de Jesús a sus discípulos es muy especial, y sigue siendo la misma invitación para su iglesia hoy; ya sea en una labor de persona a persona, en estrategias grupales o masivas, la invitación sigue siendo: ¡Ser pescadores de personas!
El profesor y teólogo nazareno Richard S. Taylor, en uno de sus artículos sobre la iglesia, en el Diccionario Teológico Beacon, concluye diciendo que "la iglesia es una institución divina, fundada por Cristo, y compuesta por creyentes verdaderos... Su función interna es ser ejemplo de adoración, de enseñanza, de comunión y de servicio. Su misión externa es representar a Dios en Cristo al mundo entero, por la santidad de vida y por la proclamación del evangelio a toda criatura" (Taylor, 2009, p.349). Este concepto contiene los fundamentos históricos de la misión cristiana: "proclamación", "enseñanza", "servicio", "comunión" y "adoración", teniendo como centro de todo la santidad de vida, que de forma acróstica sería PESCA, en el sentido que todos somos llamados a "pescar" personas para el reino de Dios y así cumplir con la función y misión de "hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones". Las técnicas o estrategias pueden cambiar, pero los principios son eternos. Las necesidades básicas de las personas son las mismas, por tanto, como iglesia estamos llamados a ejercer nuestra responsabilidad ética social, aún en estos tiempos de pandemia.
¡Únete a esta misión, cueste lo que cueste!